Cuántas y cuántas veces hemos visto en los telediarios ejemplos de deportistas y celebridades que se sobreponen a los percances. Sin desmerecer a nadie, ni quitar gravedad a sus lesiones, el caso de Joselito Adame tendría que haber aparecido en todos los diarios.
Con dos cornadas, conmoción cerebral, edema cerebral y tras haber quedado inerte en el ruedo unos eternos segundos, el torero pidió salir de la enfermería para volver a la cara del animal. Finalmente, dada su situación, no pudo lidiar al animal pero quiso salir a saludar a la afición.
La imagen de Joselito Adame, sujetado por sus compañeros y visiblemente conmocionado es un ejemplo claro de los valores de la tauromaquia. Una imagen que, de haberse producido en un partido de fútbol, habría abierto muchos medios… pero es torero y por ello, hay que ocultarlo.
La tauromaquia sigue siendo el último reducto de muchos de los valores que la sociedad va olvidando día tras día.