Por Kike Avonce
Antes de que se anunciaran los carteles de la temporada de reapertura, se decía que Pablo se despediría el 5 de Febrero, día especial para todo taurino en México por tratarse del Aniversario de nuestra plaza. Así fueron anunciados los carteles y en ellos la despedida del maestro. Como dicen por ahí no hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla, llegando el día esperado, pasando el mediodía después del sorteo, todo parecía estar muy tranquilo, hasta que pasaron las horas antes del inicio del festejo, los tendidos se empezaron a llenar incluido la zona general, mucho mejor entrada que el día de la reapertura. Dieron la orden de partir plaza y salió la banda de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, se llevó a cabo la solemne ceremonia de honores al lábaro patrio, entonándose de manera emotiva nuestro bello himno nacional y con gritos de México! ¡Viva la Libertad! y ¡Viva la Fiesta Brava!
Salió el primero de la tarde de nombre “Carlos” lo saludó con verónicas de buen gusto y lo quitó, valiente y ajustado, por gaoneras para emocionar al público. Con la muleta, tras la ceremonia de confirmación le brindó a su padre, Arturo Gilio Hamdan, el burel acudía con fuerzaa la muleta y sin descolgar la cara, empezó de rodillas en las tablas para emocionar al tendido y rematar con un cambiado por la espalda y firmar con el de pecho. Ya de pie, ligó dos buenas series derechistas al enclasado astado, pero, falto de fuerza. Al natural, muy reunido, engarzó tres tandas en el mismo nivel. Más toreo diestro de mejor factura en tres racimos y mató de certera estocada para cortar una merecida oreja. Con su segundo “Dionisio” de pinta berreado en cárdeno muy en tipo de esta casa, un toro dócil que humillaba por ambos lados pero nunca pudo conectar con la gente mato en el primer intento para irse con palmas.
Calita se enfrentó al mejor lote de la tarde con su primero de nombre “Miguel” que se mostró maduro, creativo y asentado, para dar la lidia adecuada a los dos toros de su lote, sereno y concentrado, sintiendo mucho lo que hacía. El ritmo y la cadencia fueron la clave, más con el segundo de la tarde, un toro bajo y reunido, que no recargó en varas pero que sacó clase, y al que hizo dos vistosos quites que marcaron el rumbo de una actuación destacada que rubricó de una espectacular estocada «a toma y daca» para cortar una oreja bien ganada. Con su segundo “Del Río” realizó un trasteo inteligente y cuidadoso con pases a media altura, primero, bajándole la mano en las últimas series y ralentizando su toreo, destacando un cambio de mano por delante que fue una pintura. Finiquitó de pinchazo y estocada contraria para ser ovacionado en el tercio.
Pablo y su último baile en La México con su primero de nombre “Arias” lo templó muy bien de salida, ya que siempre embestía dando un golpe final en la reunión. Tras el primer rejón de castigo, el toro se aplomó y ya no sería hasta la segunda banderilla cuando el toro se viniera arriba pero sin ritmo. Fue un toro muy parado y que cuando se movió lo hizo con brusquedad. El de la despedida de nombre “Manuel” montando a “Nómada”, clavó un rejón de castigo para seguir, encima de “Verdin” y colocar tres palitroques, uno de ellos al cambio, intercalando su toreo templado a la grupa, sus pasadas por dentro y llevándolo muy cerca del rabo combinando los lados. Luego, sobre “Malbec”, cuando empezaron a sonar las sentimentales notas musicales de Las Golondrinas y los gritos de torero, vinieron otras dos banderillas, una al cambio, además de exponer en temerarias pasadas por dentro. Y manejando a “Generoso” puso dos rosas y acabó de estocada para obtener las orejas y dar sentida vuelta al ruedo. Para salir en hombros por última vez como hace 25 de años.
