Hace mucho tiempo que los más sabios del lugar, vienen advirtiendo de que la plaza de toros de Las Ventas no está realizando el relevo general en la afición de la manera más correcta. Cierto es que el rigor se mantiene más o menos, que los tendidos comienzan a llenarse de rostros de juventud y la verdad que todo ello, son buenas noticias.
Sin embargo, ayer sucedió un hecho que me llamó taxativamente la atención y que me hace pensar mucho en la primera frase. Florito tuvo que intervenir en dos ocasiones tras verse devueltos dos novillos, con una fantástica actuación. Llegó a llevarse a uno de los astados, incluso, a cuerpo limpio. La plaza prorrumpió en una atronadora ovación a la salida del mayoral y volvió a dedicarle una ovación al salir a la puerta de toriles.
Hay que diferenciar, en este punto, que el torilero y el mayoral no son la misma persona. Es decir, la atronadora ovación que se dedicó al torilero, es un error de base y una muestra un gran fallo al confundirlo con Florito. Son estos detalles los que me llevan a plantearme la primera hipótesis del artículo ¿Estamos realizando correctamente el relevo generacional?
La respuesta no es sencilla, ni creo que se pueda juzgar por un hecho puntual como este. Sin embargo, creo que hay mucha labor que hacer con las nuevas generaciones. Están muy bien las terrazas y los bailoteos después de los festejos, para gusto los colores, pero es necesario que se aprenda de toros. Estos jóvenes están llamados a ser los que mantengan el rigor de Madrid en los próximos años; tenemos una deuda con ellos y con la tauromaquia. Hay que actuar.
