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Cuando la vida se te escapa por una femoral rota

escrito por Álvaro Solano 12/10/2020

Ya ha pasado un año desde que Gonzalo Caballero sufriera la cornada más grave de su vida y una de las más fuertes que se recuerdan en los últimos años en Madrid. Aquel 12 de octubre de 2019, el toro «Claverito» de la ganadería de Valdefresno, estuvo a punto de truncar para siempre la carrera del torero madrileño; la cornada era terrible:  “Herida por asta de toro en 1/3 proximal cara interna de muslo izquierdo, con dos trayectorias, una de 30 cm hacia arriba y hacia fuera, que produce destrozos en músculos sartorio y cuadriceps y contusiona pala ilíaca izquierda, y otra de 25 cm. hacia atrás que secciona vena femoral y ramas colaterales. Se interviene quirúrgicamente bajo anestesia general, siendo trasladado al Hospital San Francisco de Asís”

Los aficionados se agolpaban en las inmediaciones de la puerta de la enfermería tratando de conocer el estado de Caballero, todos eran conscientes de la gravedad de la cogida. Minutos después del término del festejo, abandonaba el torero la enfermería de Las Ventas, rumbo al hospital, donde sería intervenido de nuevo. Era aquí dónde, a pesar de todo, se empezaba a respirar optimismo; Gonzalo había superado el primer trance. El primero de muchos, ya que ha tenido que volver a ser intervenido en varias ocasiones por complicaciones que, ahora, comienzan a quedar atrás y se sabe más cercano el retorno del torero madrileño. 


Semanas más tarde reapareció el torero en rueda de prensa, con la cara cansada, con los miembros entumecidos, pero con la mirada viva, llena de vida:  «En primer lugar doy gracias a Dios y a la Virgen de poder estar aquí (…) En el transcurso en el que me llevaban a la enfermería… asumir mi muerte fue algo muy duro. Cuando llegué a la camilla apenas podía respirar y notaba un grifo de sangre caliente en mi mano. Le pedí al doctor que le dijese a mi madre que la quería»Â Silencio en la rueda de prensa durante la comparecencia, nadie hablaba, ni un ruido, incluso parecía que los flashes de las cámaras respetaban ese clima de expectación, miedo y respeto. La voz de Gonzalo rompió el frío como una rayo en una noche oscura, sus palabras resonaron de uno a otro continente, donde esperaban miles de aficionados. Igual que cuando se preparaba para entrar a matar en Madrid, el mundo enmudeció esperando la voz de Gonzalo Caballero. Una voz agradecida, con Dios, con la vida, con familia y amigos… y por supuesto, con el doctor y su equipo que obraron el milagro. Gonzalo volvía de entre los muertos, volvía resucitado, pero consciente del esfuerzo que le quedaba por delante. 


Ahora, 365 días después, Gonzalo sigue con su puesta a punto para volver a los ruedos. Un hombre nuevo, una filosofía de vida nueva, las puertas negras de la muerte hacen a la persona mirar fuera de sí misma, plantearse la vida de otra manera. Caballero sabe que Dios le ha dado una nueva oportunidad y la tauromaquia le espera; que la sangre se transforme en olés y que la puerta de la enfermería se cambie por la puerta grande de Las Ventas. Gonzalo, te esperamos!!

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