525 dÃas de larga espera, de miedo y esperanza. Una pandemia, varios confinamientos, un estado de alarma… Y parece que el tiempo no ha pasado por Diego Urdiales, aunque sà por los cientos de miles de aficionados que esperaban el regreso a los ruedos del maestro de Arnedo. Ubrique ha sido el escenario del regreso de Diego Urdiales, de la vuelta de un torero puro, de personalidad única, de concepto propio.Â
La temporada poco a poco parece que va cogiendo forma, aunque muy lentamente, y el torero de La Rioja tiene aseguradas dos tardes en el abono sevillano. Dos paseÃllos ganados por peso propio, por méritos personales, a fuerza de aplomo y pureza.Â
La espera llegó a su fin, y la ficha del festejo fue lo de menos, cuando Urdiales destapó el tarro de las esencias: meció el capote con la suavidad de un brujo, dibujó con la muleta trazos de bellos versos, hizo soñar a los presentes y a los que asistieron por la televisión. En definitiva, volvió Diego Urdiales, dio comienzo la campaña del retrato de la pureza.Â