La tarde de Morante ayer en Las Ventas dejó mucho que desear. Las expectativas estaban muy altas, más aún después de lo sucedido en Sevilla, pero el juego de los toros durante toda la feria y el bochorno de ayer con el caballo en el último toro de su feria, dieron al traste con todo lo que la mente imaginó en los aficionados.
Decepción era la palabra que se conjugaba en referencia al cigarrero, a la salida del coso de la calle Alcalá. El último animal de su feria tampoco prometÃa grandes emociones… pero entre intentarlo o masacrarlo en varas hay un gran término medio. Pedro Iturrralde, quién tantas veces ha salido ovacionado de la plaza por grandes tercios de varas, abandonó el ruedo en medio de una atronadora pitada.
¿Ahora qué? Noche larga y aciaga para muchos morantistas que esperaban con fe la corrida de El Torero, petición expresa del matador de toros. Del «Â¿Y sà es hoy?» pasamos al «Â¿Y sà es en Otoño?» y es que a Morante de la Puebla le sigue acompañando un halo de grandeza y magia que tiene parangón en el escalafón. Los mismo que ayer abroncaban al torero, serán los mismos que le esperarán de nuevo con fe en la feria de Otoño.
Morante es un torero de culto, un torero único en sà mismo, que contiene en sus formas una tauromaquia de esencia añeja, de magia pura. Una tanda de muletazos suya, como sucedió en su segunda comparecencia, pone Madrid patas arriba… pero lo de ayer, dio al traste con los sueños de muchos aficionados.
El paso de Morante por Las Ventas este San Isidro ya ha acabado. Ahora, queda esperar sus siguientes tardes, las cuales vendrán marcadas por el lleno en los tendidos. Pocos serán los que se retraigan de ver al de La Puebla, pero Madrid es Madrid y sus tendidos no olvidan… siempre quedará este resquemor.