Guillermo MarÃn es un hombre diferente, un torero de los pies a la cabeza que acompaña a su hijo cada tarde en labores de picador. Un hombre que ha vivido junto a su hijo la cara amarga de la tauromaquia y la más feliz; un padre que sufre y que disfruta con el trabajo de su hijo.
Ayer le tocó vivir la cruz de la profesión, viendo como su hijo se mantenÃa en el ruedo con el muslo abierto en dos, con una cornada fuerte y de la que no quiso ni mirarse. Su rostro, fue un poema durante toda la lidia y el beso antes de que Ginés entrase a la enfermerÃa, fue la firma de esos bellos versos. Amor, pasión y entrega.
El Chapu Apaolaza, a través de este breve vÃdeo, ha querido rendir homenaje a Guillermo, a la labor callada y en segundo plano que ha ejercido y ejerce en la carrera del joven torero. Quizás un contenido no creado para la ocasión que hoy nos concierne, pero que en estas horas un tanto aciagas toma mayor valor y peso. Ver para disfrutar.