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Dos años desde que la sonrisa venció a la tragedia de una femoral partida

escrito por Álvaro Solano 10/06/2021

Han pasado dos años desde que Román Collado estuviese a punto de perder la vida en la plaza de toros de Las Ventas. Fue un 9 de junio del 2019, cuando el espada valenciano entró por la vía de la sustitución en la corrida de Baltasar Ibán. Cerca de las ocho menos veinticinco de la tarde, el diestro valenciano se cuadraba delante de «Santanero I», el primero de su lote y el tercero de la tarde, para entrar a matar. El animal le prendió de manera dramática a la altura del muslo derecho, quedando unos inacabables momentos del pitón del animal. 


Desde el primer momento se supo de la gravedad del percance y la sangre manaba a presión del muslo abierto del torero valenciano. A partir de aquí el miedo y la angustia se hicieron presentes en el ruedo venteño, hasta que de la enfermería comenzaron a salir buenas noticias, aunque siempre con la conciencia de la gravedad del percance. Los tendidos se helaron y un sonoro silencio se instaló en los tendidos de la capital mundial del toreo.


A media noche, el torero tuvo que ser intervenido de nuevo al serle detectada una trombosis en la pierna afectada. Empezaba aquí un largo y tortuoso camino de recuperación que ha mostrado la personalidad de Román tal y como es: ALEGRE. 


Sorprendió la rueda de prensa en el hospital con un torero sonriente que se atrevió incluso, con alguna broma. Un joven que acababa de vencer a la muerte con el único arma de su sonrisa, la fuerza y sus ganas y, por supuesto, las manos de todos los galenos que atendieron al valenciano. 


Una tarde en la que no se guardó nada frente a un toro de bronco, de comportamiento violento y que propició un durísimo tercio de banderillas. El torero lanzó la moneda al aire y se jugó la vida a cada pase, en cada desplante y en la suerte suprema, donde apareció la cara más dura de la tauromaquia. 


Un joven que en su reaparición demostró no haber perdido su lugar en el ruedo, pisando unos terrenos que muy pocos en el escalafón se atreven a pisar. Un torero de sonrisa grande y de aplomo mayor que aún tiene mucho que decir en el toreo.

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