Adrián de Torres regresaba a la plaza de toros de Las Ventas, después de su impactante paso en el pasado ciclo de otoño. El torero regresaba con el objetivo de quitarse el sabor agridulce de su última actuación, en la que perdió un importante trofeo.
La faena al quinto de la tarde, de Cuadri, fue una oda al valor y la entrega del torero de Linares. Asustó el miedo mientras las puntas del toro le rozaban una y otra vez la taleguilla. Desprendido del cuerpo, toreó con el alma en la mano ante una prenda de la veterana ganaderÃa que permitió ver a un torero que busca andar su camino, sin importar lo que tenga que venir para lograr su objetivo.
La estocada con la que cerró su actuación fue soberbia, posiblemente uno de los mejores espadazos que se vayan a ver en Madrid este curso. Los pies mirando la cara del toro, buscando la colocación de la espada antes que la salida y dispersando los fantasmas que le hicieron perder tan preciado premio en otoño.
Hasta la cruceta, en el sitio y con una eficacia que le hicieron valedor de una oreja que la espada, sólo de por sÃ, valÃa. Las Ventas reconoció la labor de entrega de Adrián de Torres, pidiendo con fuerza el apéndice y relanzando la carrera de un torero que merece mayores oportunidades para demostrar de lo que es capaz.