Cada año es igual. Da igual la circunstancia, da igual el nombre, da igual todo, cuando el único objetivo es denostar. Sí, desde diversas esferas políticas y sociales el Premio Nacional de Tauromaquia molesta, y mucho. Por ello, cada vez que se anuncia un nuevo ganador, se pone en marcha la propaganda y el acoso sistemático contra el propio galardón y, por supuesto, contra el galardonado.
Esta vez es El Juli, a quién aprovechamos estas líneas para felicitar, pero volviendo a lo que nos atañe… no hay derecho. Diversos medios de comunicación y las redes sociales por descontado, ya han hecho su carrera personal de odio y descalificaciones hacia el madrileño. ¿Su único pecado? Ser torero. Qué sí hay subvenciones critica uno, qué sí asesinos, qué sí le tienes que poner las banderillas a tu… siempre es así. No hay derecho.
El desconocimiento y la falta de empatía, hacen que cada vez la brecha entre aficionados al mundo del toro y sus detractores sea más grande. Gran parte de este problema reside en la politización de la fiesta, lo que finalmente se traduce en una polarización como la que sufre a día de hoy nuestra sociedad. Sí voto a tal me tiene que gustar cual y viceversa. Pero no, la fiesta de los toros trasciende a la esfera política; así ha sido siempre.
Así que sí, no hay derecho a la campaña de acoso y derribo que ha sufrido estos días el madrileño. Se ha retirada un torero que ha marcado una época en el mundo del toro, con sus luces y sus sombras, pero un torero para la historia. Enhorabuena Julián, este premio reconoce tú labor en la tauromaquia. Veinticinco años al frente, se dice pronto.