El imperativo moral que se impone desde ciertos sectores antitaurinos, es cada vez más agresivo y censor. Da igual quién seas, los premios y el reconocimiento internacional que poseas, sí tú nombre cae dentro de una campaña de desprestigio y persecución por parte de estos colectivos, todo será cuestionado, además de ser sometido a una fortísima presión.
Algo parecido está sucediendo a colación del cartel anunciador de la temporada sevillana. Norman Foster, reconocido arquitecto internacional, premiado entre otros galardones con el premio Pritzker o el Príncipe de Asturias, está siendo presa de estas campañas orquestadas desde colectivos que quieren imponer su ideología moral con el coste de la libertad. Consideran su obra como «polémica», no por su contenido, sino por su relación con la tauromaquia.
Es vergonzoso ver, leer y escuchar cómo se destila odio contra una persona simplemente por su condición de aficionado a la tauromaquia o, simplemente, por acercarse a ella. Estos grupos pretenden día tras día imponer una moralidad que censura la libertad y es necesario que los aficionados a los toros reconozcan y defiendan la fiesta de todos.
