La presentación de la feria de San Isidro 2023, ha traído consigo la puesta de largo de los carteles que conforman el ciclo taurino más importante del mundo. Un abono que estrena como novedad las jornadas de descanso, que ha traído consigo la reducción del número de festejos.
Una reducción de festejos que busca adecuar el número de festejos a la realidad de los aficionados, quiénes en muchos casos no podían hacerse cargo del abono completo por su larga duración. Sin embargo, esta nueva medida ha traído consigo la muerte de la semana torista del abono. Las ganaderías conocidas como «duras» han desaparecido de la cartelería, a excepción de algunas tardes.
El predominio imperante del encaste «Domecq» y sucedáneos, se ha visto favorecido hasta alcanzar un hegemonía nunca vista en Madrid. La cifra de monoencaste supera con creces la cifra del 60% del total ganadero. Una noticia triste, al mismo tiempo que preocupante, por la falta de oportunidades que esto supone para otros encastes de la cabaña brava.
No todo son malas noticias para el campo bravo, también para un grupo de matadores de toros que van asociados a estos hierros. Los toreros ligados a las ganaderías «duras» han visto como su espacio en la feria ha desaparecido y ellos han quedado fuera de la feria. A ellos hay que sumar los toreros que estrenan oportunidad y que este año, no contarán con la oportunidad de Madrid.
La nueva feria de San Isidro es sin duda, uno de los ciclos más fuertes de los últimos años, con tripletes y dobletes de todas las máximas figuras del escalafón. Ahora, en la hora de los análisis, cada uno que saque sus conclusiones…