Morante de la Puebla no tuvo ayer su tarde en Málaga. El cigarrero se encontró con un primer toro descoordinado que incomprensiblemente el palco no devolvió. No daba dos pasos sin tropezar y los saludos al albero fueron contÃnuos, con el morrillo pegando contra la arena reiteradamente.
Morante no lo dudó, salió con el estoque montado y tras probar en tres pases al animal, decidió pasaportarlo y esperar mejor suerte en el segundo de su lote.
Tampoco vino en el cuarto la oportunidad que el de La Puebla esperaba. Un animal falto de casta y sobre todo de recorrido hizo que el torero montase de nuevo la tizona y tras darle varios trapazos se perfilase para matar. Bronca monumental.
Sin embargo, la bronca y el pesar de la afición se transformó en ira cuando el cigarrera realizó un gesto que para nada pasó inadvertido en los tendidos. La mano dirigida a la oreja se interpretó como un gesto de desafÃo o desprecio hacia las crÃticas que estaba recibiendo y claro, la bronca se transformó en un tremendo clamor.
Un gesto que pasó desapercibido en la totalidad de la tarde debido al terrible percance que sufrió Fortes, que dejó helados los tendidos y, ya de paso, algunas crónicas.