Imagen: Arjona – Lances de FuturoJuan Pedro Domecq está manteniendo una regularidad extraordinaria este año, sin embargo, esta precisión no está yendo de la mano con la bravura y la presentación. Santander vivió ayer un nuevo «porrazo» de la divisa sevillana en una temporada qué no está brillando.
Quizás desde una silla de trabajo y al frente de una pantalla de ordenador se hace muy sencilla la queja. Nada más lejos de una crítica, estas líneas buscan dos cosas: la primera es la necesidad de un profundo análisis en la ganadería para devolver el hierro a su máximo esplendor y la segunda, pedir respeto a la afición.
Empezaré por la segunda. Se podrá estar más o menos de acuerdo con los criterios selectivos del ganadero, con la presentación de las reses en las plazas y el juego de las mismas. En nuestro caso, por desconocimiento obviamos la primera y denunciamos la segunda y tercera; pero en ningún caso se puede proceder con el insulto y la descalificación.
Las redes sociales se han convertido en un hervidero de críticas y descalificaciones hacia el ganadero, llegándose incluso a pedir que mande la totalidad del hierro al matadero. Es en este punto dónde hay que recordar los valores que rigen la tauromaquia y en los que no están encajando esta manera de reprochar al ganadero el juego de sus animales. Por favor seamos sensatos, esto es lo que nos diferencia del resto.
Ahora, retomando la primera idea. La ganadería de Juan Pedro Domecq necesita un descanso. Necesita pasar por el banquillo para volver a revisar los estándares de selección y devolver a la ganadería a los niveles de temporadas atrás, en las que acaparó numerosos premios en las principales ferias del curso taurino.
Juan Pedro Domecq, al igual que tantas ganaderías a lo largo de la historia, está atravesando un profundo bache del que depende el futuro de su propia historia. Un profundo análisis y una reflexión sobre lo que está fallando puede devolver de nuevo a este hierro a lo más alto del escalafón ganadero, pero es necesario un parón y que las figuras que piden matar este hierro, dejen a la afición tomar una bocanada de aire que alivie las desavenencias de esta temporada.
Cierro estas líneas repitiendo la necesidad de no faltar al respeto a una persona que ha dedicado su vida a la crianza del toro bravo y repitiendo la necesidad de una profunda revisión del hierro. Dicho lo cual, queda Juampedro para rato este año…
