Por: Francisco Mateo – Sevilla Taurina
Estoy convencido que a estas alturas ya habrán despellejado vivo a Antonio Ferrera. Al bueno de Ferrera. ¿Loco, raro, imprevisible? Como él solo. Pero qué fácil es arrearle al de abajo, atizarle hasta en el carné de conducir, al que está exento de poder. Le estarán criticando que haya llegado a la plaza andando con su cuadrilla por las tres calles que le distanciaban del hotel, 4 minutos andando o 350 metros según el Google Maps. Le estarán criticando las coloridas mariposas de su vestido. Habrán comentado con sorna su peculiar y colorido capote de paseo, con mariposas y mensajes escritos. Estarán haciendo jocosas comparaciones de su enorme capote blando de seda azul. Le afearán, incluso, que haya querido ofrecer el espectáculo de la suerte de varas, poniendo a los parados y decepcionantes toros de Victorino en los medios. Le crucificarán por haber alentado al jugador JoaquÃn a pisar el ruedo de la Maestranza para recibir su brindis. Y por supuesto estarán haciendo chistes de su forma olÃmpica de entrar a matar a los toros a una legua de distancia. Hasta podrÃa suponer que el que fuera un banderillero y no un alguacilillo el que le entregara la oreja fue una premeditación de querer quitarle categorÃa al trofeo conquistado…
Qué fácil y gratuito resulta golpear al débil. Y qué difÃcil hacerlo con los poderosos. Agasajar a las figuras, palmear en la espalda al empresario de primera, felicitar al ganadero de postÃn, guiñarle el ojo al presidente y cederle el paso al polÃtico -supuestamente- taurino. Por eso hoy yo defiendo a Ferrera. Estoy con los débiles. Estoy con los seis toreros sevillanos que torearon en la corrida de la dignidad. Estoy con los de abajo. Estoy con Ferrera porque se ha mostrado como es: esa es su personalidad, su daliniana tauromaquia… Y ha venido a Sevilla tal y como es. ¿No es de aplaudir que uno se muestre como es allá donde vaya? Gustará o no gustará, se le premiará o no se le premiará; pero ha sido fiel a su personalidad.
Los cursis, los talibanes autocreÃdos puristas, los fariseos del toreo, dirán que Ferrera le ha faltado el respeto al templo del toreo…. Qué fácil es golpear hasta la saciedad al hambriento, al que se muestra como es, sin ambages. Qué fácil es ridiculizar al débil… Y qué difÃcil es que esos mismos sean igual de beligerantes -si hay motivo- con el poderoso.