El pasado día primero de febrero, una noticia llenaba de tristeza al mundo taurino, particularmente a México, al conocerse el fallecimiento del obispo Onésimo Cepeda. Un hombre santo muy querido por su diócesis, así como por la afición taurina que bien conocía su pasión por la fiesta brava. La complicación en el cuadro por Covid llevó a un estado grave al clérigo, no pudiendo superar su enfermedad a los 84 años.
Antes de su ordenación sacerdotal en el año 1970 y su anterior ingreso en el seminario, Onésimo actuó como novillero durante varias temporadas, aunque finalmente quedó como aficionado práctico y firme defensor de la fiesta brava, siempre que los hábitos se lo permitían.
D. Onésimo Cepeda fue un hombre inteligente, bondadoso, santo y cercano; además de buen aficionado a la tauromaquia. Su muerte llena de tristeza a la parroquia mexicana, que ya conoce un nuevo ángel en el cielo. Descanse en paz el novillero y obispo D. Onésimo Cepeda.