La corrida de Santiago Domecq no salió como se esperaba en La Real Maestranza, y es que el mundo de la ganadería es así; de alegrías y caídas. Un hierro de gran expectación, con un altísimo rendimiento a lo largo de todo el curso, rematando una gran temporada que la están colocando en lo más alto de los gustos toreros.
La clave de este éxito, quitando el pinchazo de ayer en Sevilla, es el gran trabajo de su ganadero. Un hombre sincero y con autocrítica, que analiza cada res que le convence una vez finaliza el festejo como ya sucedió meses atrás, cuando el ganadero se personó en el desolladero para buscar respuesta a la flojera del animal.
Ayer en Sevilla las cosas no rodaron como debieron, pero el ganadero dejó un mensaje que le honra como persona y ganadero: «Hoy nos vamos con sabor amargo de Sevilla, por la gente, por los toreros, la empresa y todos los que han puesto de su parte para poder dar esta feria, ante una corrida que ha sido deslucida.
Pondremos más empeño aún en lo que queda. Nos vemos el diez de octubre en Madrid«.
