El matador de toros Diego Urdiales y el antropólogo François Zumbiehl protagonizaron anoche una nueva edición de los Mano a Mano de la Fundación Cajasol, en concreto la número 54 de estos encuentros culturales que se celebran en Sevilla desde 2007.
Esta nueva cita llegaba proponiendo una nueva mirada: la relación entre el toreo y la antropologÃa como tema central, aunque en ella se ahondó también en las trayectorias de ambos ponentes. El encuentro fue conducido por el director de ‘Toromedia’, José Enrique Moreno.
Urdiales, que está anunciado en uno de los carteles estrella de la Feria de Abril, es uno de los toreros de mayor ambiente de la actualidad. Su triunfo en la pasada feria de Otoño de Madrid con un gran toro de Fuente Ymbro ha vuelto a revalorizar su papel de cara a la temporada que ahora se abre.
«El toro y la antropologÃa suena un poco rimbombante», apuntó Moreno. «La antropologÃa sólo es escuchar y observar los modos de pensar, comportarse, los rituales… no es ninguna ciencia abstracta», completó el antropólogo francés que, a priori, no tenÃa un vÃnculo personal con el torero antes de este encuentro más allá de la admiración mutua.
Urdiales, en su primer turno, brindó su intervención a Curro Romero, uno de los seguidores más fieles del matador riojano que tampoco falló a la cita que volvió a llenar el auditorio de la Fundación Cajasol. Pero habÃa que entrar en materia y fue el torero el primero en disparar: «El comportamiento de un hombre, un torero y el de un toro van unidos; depende de cómo seamos nos manifestamos y asà hacemos sentir a la gente, tanto como toreros como humanamente».
«Estar en Sevilla y hablando de toros es una responsabilidad que me está aplastando», bromeó Zumbiehl antes de descartar «dar cualquier lección». Pero sà las dio, y muy valiosas. «Urdiales resuelve uno de los enigmas del toreo: ¿cómo se puede hacer arte con naturalidad?» Se preguntó el antropólogo. «Creo que soy más capaz de hacerlo que de expresarlo con palabras», contestó el matador. «El primer hombre que me enseñó a coger un capote y una muleta, Rafael Guerrero, nació en Sevilla», desveló el torero aludiendo a su propio concepto. «Ese sentir me lo supo transmitir y después conocà a Villalpando, mi apoderado, con un conocimiento más amplio del toreo pero sin desviarme del mismo camino».
«Lo más difÃcil que hay en el toreo es dominar un toro, llevarlo como tú quieres y hacerlo con naturalidad», completó el matador. «Â¿Cómo puede un hombre inteligente acoplarse a la irracionalidad del animal?», volvió a preguntarse Zumbiehl. «Una vez escuché al maestro Curro que con los misterios no se pueden dar explicaciones», remachó Urdiales, que habló de «una magia que va más allá de lo entendible».
«Se torea con el alma pero también con el cuerpo», reflexionó el antropólogo. «Es que el toreo es tan maravilloso y único porque va contra la naturaleza; contra lo que el cuerpo te pide. En la mayorÃa de los oficios de riesgo uno quema la adrenalina con velocidad, tensión o agresividad. En el toreo hay que poner el cuerpo en el estado contrario. Todo ese miedo tienes que ponerlo en el modo antinatural e intentar estar relajado, que cada músculo de tu cuerpo pueda estar en forma natural». Fue la interesante y valiosa reflexión de Diego Urdiales que, de alguna manera, también ayudó a desvelar su alma torera.
«Hay algo que no se aprende. Es el don. Pero luego necesitas adquirir conocimientos para que ese don aflore de forma más intensa y lo haga más frecuentemente», añadió el torero. El moderador, en ese punto, aludió a la faena de Madrid. «Â¿Ya no se torea asÃ?», interrogó. «No estábamos acostumbrados a ver algo eterno; a saber dar las distancias justas y estar poco a poco con el toro hasta meterlo en la canasta», sentenció Zumbiehl. José Enrique Moreno siguió preguntando por el eco de esa faena. El matador evocó las dificultades de la temporada y las difÃciles circunstancias en las que aceptó el reto otoñal de Madrid. «Me centré en lo único que tenÃa que hacer, que era torear», sentenció Urdiales que señaló la mejor recompensa de aquel empeño: «sentà que la gente se habÃa emocionado e ilusionado con ese toreo que sentÃan como el de toda la vida».
Esos escollos, los de la carrera del riojano, fueron esgrimidos por el filósofo francés para dar con una clave: «cuando un artista sabe que tiene una verdad está todo hecho; después viene la vida y los esfuerzos para saber esperar», añadió Zumbiehl. «Asà es el toreo», remachó el antropólogo puntualizando que el toreo es «sorpresa y evidencia».
«Tienes una confianza interior que te hace saber que un dÃa serás capaz de sentir y expresar lo que haces entrenando», añadió el torero. «Pasas muchos momentos de soledad pero tienes a tu gente apoyándote en los malos momentos», precisó Urdiales sentenciando que «cuando muere la ilusión nace el miedo». El matador, dispuesto a dejar frases para el recuerdo, volvió a dejar una nueva sentencia: «hay mucha gente dispuesta a acudir a una plaza para entretenerse y pocos dispuestos a emocionarse». Zumbiehl abundó en esa idea al señalar que «no sólo se muere el toro, también el arte». Urdiales señaló que «puede desaparecer para la vista pero no para el alma; eso es lo que te mantiene con ilusión».
También hubo un momento de análisis de la sociedad actual y la corriente animalista que equipara al hombre con el toro. A este respecto, Zumbiehl explico: «El animalismo es fundamentalismo, sustituye al hombre en el centro del universo, rompe con el humanismo».
Pero también hubo lugar para descender a terrenos más mundanos. José Enrique Moreno evocó los triunfos de Urdiales en la pasada campaña, que ha podido rentabilizar en ésta. «Lo que venga intentaré disfrutarlo y vivirlo con la mayor ilusión posible; eso hará que sea capaz de hacer feliz a la gente y a mà mismo».