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Salto, tres avisos y palmas por la quinta de Cali

escrito por Álvaro Solano 31/12/2017

Miguel Ángel Perera, Luis Bolívar y López Simón, tres ganadores del Señor de los Cristales, hicieron el paseíllo en la quinta tarde de nuestra Feria Taurina, con la ilusión de reeditar antiguas tardes de triunfo, los tres pudieron salir a hombros por la puerta grande, esa que tanto conocen. Pero esta vez sus espadas no fueron certeras y el festejo se saldó sin trofeos. Por eso los números no reflejan las emociones que se vivieron en Cañaveralejo.

La tarde no comenzó con buen color. Una nube negra se posó sobre la Plaza y minutos antes de que sonaran clarines y timbales del cielo cayó un chaparrón. Perera fue quien tuvo que ponerle el pecho al temporal para enfrentarse a Tronante, primero del encierro de Salento. A pesar del vendaval, el torero de Badajoz prendió la tarde con una faena poderosa, en la que toreó con la mano muy baja a pesar de que el ventarrón le levantaba la muleta como si fuera una bandera. Perera se pasó las embestidas del toro alrededor de su cuerpo una y otra vez y Cañaveralejo se olvidó del agua. Todo hubiera terminado con el premio mayor para el torero, pero cambió las dos orejas por dos avisos, que apenas se escucharon entre los truenos que acompañaron la faena ante Tronante.

El cuarto fue un toro que intimidó a picadores y banderilleros, Perera abrevió la faena ante el enfado de algún sector del tendido. La espada tampoco encontró lugar y se marchó tras tres avisos.

Si Luis Bolívar no se marchó en hombros, también fue porque su espada le cerró la puerta del éxito. Pudo abrir el marcador en el segundo de la tarde, al que saludó con dos largas cambiadas de rodillas con el capote. Con la muleta emocionó al público y la banda de músicos quiso animarlo con un bambuco, pero el torero pidió cambio de partitura por un pasodoble, acordes más propios para acompañar el duelo entre toro y torero.

Pero si hubo alguien que levantó los tendidos fue Adriano, quinto de la tarde. La puerta de chiqueros se abrió y desde que salió por ella el ruedo de Cañaveralejo pareció quedarse corto. En la primera vuelta de reconocimiento que dio en la arena se estrelló contra tres burladeros, como si quisiera desbaratar las tablas. Luego se tomó confianza y dio un impresionante salto con el que se metió a husmear en el callejón y a meter miedo a quienes allí se encontraban. Luego le abrieron la puerta y Bolívar lo recibió con su capote y levantó a la gente de los tendidos. Adriano peleó en el caballo y persiguió a los banderilleros que se escaparon saltando la barrera. Bolívar brindó al maestro Curro Vásquez, y aunque no fue faena para la historia, sí fue un ‘toma y dame’ entre toro y torero. Tampoco tuvo la firma de una estocada efectiva.

Quien sí tuvo que jugársela fue López Simón, el vigente Señor de los Cristales. Chanelito el tercero de la tarde, lo miraba continuamente y le venía anunciando la cornada. El madrileño se la jugó y arriesgó para robarle muletazos que parecían imposibles. El sexto, el toro más serio del encierro, parecía tener en sus embestidas las llaves del triunfo, pero su bravura se apagó más pronto de lo esperado, y aunque hubo petición de oreja todo se redujo a ovaciones. Sin trofeos culminó una tarde que tuvo agua, truenos pero también emociones en el ruedo, y en el callejón.

Cali, Plaza de Toros de Cañaveralejo
Quinta corrida.
Toros de Salento

Miguel Ángel Perera: dos avisos y tres avisos.
Luis Bolívar: silencio y saludo desde el tercio.
López Simón: silencio y palmas tras petición de oreja.

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