Isaac Fonseca se ha ganado a pulso ser uno de los rostros de la temporada. El mexicano se ha consagrado a lo largo de todo el curso, alzándose con el Circuito de Novilladas de Madrid, el Circuito de Norte y la gran final de la Liga Nacional de Novilladas. Además, ha obtenido otros tantos reconocimientos y premios en ferias y certámenes. En definitiva, un año arrollador.Â
Fonseca ha devuelto una ilusión por el escalafón menor, que no se vivÃa desde la explosión de Roca Rey. Al empezar el año, poca gente conocÃa a este torero y ahora, al acabar el curso, su nombre se ve casi a diario en la prensa especializada. Ha devuelto las grandes entradas a las novilladas y en las plazas importantes, la taquilla respondió con generosidad; porque la ilusión siempre es un reclamo.Â
Su valor estoico, su desprecio por la femoral, su convicción pasmosa y la frescura de la juventud, son los ingredientes de un novillero con una proyección abrumadora. Un joven que no vive por un sueño, sino que lucha por él. Un torero que asusta al miedo y es que, entre retroceder o aguantar, elige la segunda. No duda. Su juventud y su corto bagaje deja detalles por pulir, como en cualquier otro novillero, pero lo que nunca se puede recriminar es su disposición y esfuerzo para ser figura del toreo. Denle tiempo, que promete. No carguemos aún sobre sus hombros un peso que no le corresponde.Â
Fonseca se ha erigido como un icono nacional en su paÃs. Un Ãdolo para la afición mexicana que sueña ya con su próxima figura. Tiene todos los atributos para serlo: convicción, buenas maneras, poder, entereza, humildad… Sólo falta tiempo y madurez para un joven, que puede marcar en letras capitales uno de los capÃtulos más vÃvidos de la tauromaquia.Â
Me sorprende mucho la cercanÃa y la humildad de un torero que ante el triunfo, no se ha empoderado lo más mÃnimo. Sigue siendo el de siempre. Recuerdo una tarde en una hermosa plaza de la Comunidad de Madrid, en la que tardó más de veinte minutos desde el vomitorio hasta su localidad. A penas cincuenta o sesenta metros distaban desde la entrada hasta su asiento; pero no quiso dejar a nadie sin saludar. SubÃa y bajaba el tendido para estrechar la mano de cualquier aficionado, para hacerse fotos o para cualquier cosa que necesitasen. Una lección de humildad pasmosa que define a la perfección al joven que se encuentra bajo el chispeante.Â
El 2022 promete ilusión para la afición y nuevos retos y metas para un joven torero que ha despertado la curiosidad y la ilusión en sà mismo. Su toreo ha cuajado con fuerza en el panorama taurino. ¡Vamos a por ello Isaac! Suerte… y al toro.Â