Manso resultó también el quinto, condenado a banderillas negras. Hizo pasar un calvario a los subalternos, prendiendo contra tablas a Curro Vivas, sin consecuencias. Se puso por los dos pitones Paco Ureña con mucha verdad. Valor seco, quietud y arrojo fueron sus armas, ante un animal que, al contrario del cuarto, no sacó fondo alguno y desarrolló mucho peligro. Lo mejor llegó en el cierre, con muletazos por bajo que hicieron terminar de entregarse al tendido. Dejó una gran estocada recibiendo tras un pinchazo en el que resultó prendido de manera muy fea en el pecho y dio una vuelta al ruedo.Â
Secuencia de la fuerte cogida a Paco Ureña al entrar a matar
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