Alejandro Talavante logró que la novena de abono no pasara en blanco. En sus manos cayó el mejor toro de los de Garcigrande y lo aprovechó para construir una faena que brilló especialmente en el toreo al natural y que fue del gusto de Sevilla, para la que incluso se llegó a pedir la segunda oreja. El premio quedó en un trofeo, que el extremeño paseó feliz. Por su parte, Juli y Tomás Rufo no tuvieron opciones en su lote. Julián no tuvo ninguna, mientras que el toledano se esforzó por construir faenas, pero estuvo permanentemente limitado por la condición de sus toros.