El pasado fin de semana vivà una de las sensaciones más bonitas que se puede sentir como aficionado. Decidà desplazarme a un pueblecito cerca del mÃo para ver un festejo, y uno de mis amigos (que nunca habÃa mostrado especial afición taurina) decidió acompañarme para ver de primera mano como era una corrida de toros.
Él nunca habÃa asistido a un evento de esta categorÃa, y como tal, me propuse explicarle detenidamente cada suceso que se desarrollaba durante la lidia de los animales, para que pudiera entender la celebración de la fiesta taurina.
El cartel era de un nivel medio, y para serles sinceros la tarde no fue brillante (en lo que artÃsticamente se refiere) pero las sensaciones con las que salà del coso andorrano fueron muy satisfactorias.
Pues cuando finalizó el festejo (sin darme tiempo a preguntarle que le habÃa parecido el festejo) me dirigió la siguiente expresión: “La verdad que me lo he pasado genial esta tarde, al final esto de los toros no está tan mal. ¿Cuál será la próxima a la que irás?â€
A pesar de mi juventud veinteañera, llevo once años de aficionado y en ningún festejo me habÃa ocurrido lo de aquella tarde. Quizás a ustedes queridos lectores, la columna de hoy les parezca muy simple. Pero hoy y más que nunca, me apetecÃa reservar unas lÃneas para contar esta bonita experiencia que me llevo en mi recuerdo de aficionado.
La mayorÃa de los jóvenes (como ya se ha mencionado en numerosas ocasiones) se mueven por las diferentes corrientes sociales, y no por su propia personalidad. Les aseguro que mi amigo, solo me acompañó por pasar una tarde diferente, y resulta que salió de la plaza preguntándome cuando era la próxima.
Los animo queridos lectores a llevar a sus familiares, amigos etc.… a la plaza, seguro que de esta manera generamos nuevos aficionados. Porque cuando no se siembra, no hay trigo para recoger …