El gesto de Morante de la Puebla mientras abandonaba la plaza de toros de Albacete ha puesto en pie de guerra a una gran parte de los aficionados. El cigarrero abandonaba por su propio pie el coso albaceteño tras una gris tarde, cuando desde los tendidos empezaron a caerle almohadillas y el torero intentó patear una de ellas en un gesto un tanto desafortunado.
La división de la afición entre morantistas y anti morantistas, ha encontrado en este gesto del torero la excusa perfecta para rasgarse las vestiduras o para ensalzar su figura. Una guerra que se está librando mayoritariamente en redes sociales, dónde se pueden ver comentarios de todos los gustos y colores.
Morante ha sido, es y será siempre un torero único y diferente. Su excéntrica personalidad y al mismo tiempo genuina, es la que marca la diferencia con otros muchÃsimos espadas del escalafón. Su toreo responde a los patrones básicos de su manera de entender la vida y, por tanto, la tauromaquia.
El gesto de Albacete puede ser tomado como una provocación al público o como una respuesta propia de una personalidad como la de Morante. Sin embargo, no puede ser tomada como punta de lanza para tratar de desacreditar y ridiculizar a un torero que sigue marcando el tempo de la temporada.
La ridÃcula manera de seguir a un torero como si fuese un equipo de fútbol, parece estar calando profundamente este curso en la fiesta de los toros. Esta manera de entender la afición, consiste en destacar a tú torero predilecto, ridiculizando a otro. Esta deformación de la manera de entender la tauromaquia no hace más que empequeñecerla.
De toda la vida, a cada aficionado le ha llenado más una manera u otra de torear, por lo que se ha seguido de una manera especial a alguno de los espadas del escalafón. Sin embargo, no por tratar de desacreditar a uno, hacemos mejor al otro. Esta nueva corriente podrÃa llegar a ser, incluso, contraproducente. Sacar los trapos sucios de cada y ponerlos en la palestra, afectan a la reputación de la fiesta.
Es importante desfutbolizar la afición. Se puede seguir a un torero sin menospreciar a otro; nos guste más o menos.