Antonio Ferrera es un torero peculiar, único, de sentimiento personal. La tarde de su encerrona en la localidad francesa de Mont de Marsan, fue un recital taurino: toreó, banderilleó, picó, mató… una tarde total para el extremeño.Â
Uno de los momentos que más emoción levantó, fue cuando subió al caballo de picar, para dejar dos grandes puyazos que los tendidos ovacionaron. Movió al caballo, citó y enganchó al animal desde los medios de la plaza. Ver para creer.Â