Ayer hizo tres años desde que Iván Fandiño nos dejase. Tres años desde que alcanzó la gloria, desde que se fue a aquel lugar donde la mayorÃa de los mortales sueñan estar y jamás estarán, como le dijo en un emotivo brindis al padre de VÃctor Barrio, fallecido unos meses atrás. Aire Sur l´ Adour siempre nos dejará un sabor amargo, aquà fue donde actuó el León de Orduña por última vez.
Un hombre que se enfrentó a un sistema con las únicas defensas de su verdad y su toreo; al que rechazaron compañeros y empresarios, al que no se le regaló un ápice de lo que logró. Un torero que se erigió como gigante a pesar de las dificultades, al que solo pudo frenar su vida, el toro. Con Iván Fandiño se nos fue unos de los capÃtulos más apasionantes de la tauromaquia, por su verdad, por su toreo y por su filosofÃa de vida. Néstor GarcÃa, apoderado y amigo Ãntimo del torero, escribió un libro: «Mañana seré libre» en el que relata las vicisitudes de la carrera del espada, con todas las verdades que la fiesta muchas veces, prefiere esconder «Su carrera no fue fácil, la profesión de torero casi nunca lo es. Durante todos estos años sufrimos la incomprensión y el desprecio de un sector al que le cuesta entender que las reglas están para romperlas»Â reza en el prólogo.
Ayer, con un sentido «Vivir del recuerdo, morir del presente»Â y una foto en blanco y negro de ambos, recordó a su gran amigo Iván Fandiño.