Inicio Actualidad Es solo un pinchacito, no duele – Apología del antitaurinismo militante

Es solo un pinchacito, no duele – Apología del antitaurinismo militante

escrito por Redacción Toros 13/09/2023

Por David Ferrer

Tiene el antitaurinismo militante una forma muy apasionada de entender su magisterio y su evangelismo: no son demasiados pero sí ruidosos. Como en las manifestaciones pinchan en hueso (raro es ver a más de cien antitaurinos congregados), son ahora las redes sociales del sector (las de información taurina digital, las de aficionados o las de empresas) donde muestran su bilis en forma de memes, dibujos o insultos de tres al cuarto. Y digo que no son muchos porque siempre me encuentro los mismos nombres, ya sea en Facebook, en Instagram, en X… Los aficionados juiciosos pasamos de ellos en la mayor parte de los casos pero a veces tratamos de provocarlos con mayor inteligencia que la que ellos demuestran. El problema real es que el aficionado medio, el aficionado ocasional o simplemente el curioso se asusta cuando ve una gresca, un sitio donde se le insulta. Y eso el antitaurino lo sabe bien: aunque con pocos soldados, se trata de crear pánico y forzar el desánimo y la derrota. 

La temporada 2023 empezó con algún que otro zambombazo (lo de Morante, en una tarde en la que no se llegó al lleno ni de lejos) y en el Madrid de San Isidro y otras plazas hubo excelentes entradas. El buen taurino come una vez, se atiborra, y piensa que, como los osos, ya tiene la temporada hecha. Que todo es pan comido y que somos inmunes a los vientos externos. Pero a partir de junio llegaron las rebajas, continuaron los pinchacitos de los antitaurinos y, lo más peligroso, las cosas mal hechas desde dentro. Madrid programó unos carteles absurdos en verano. Las plazas de segunda se llenaron de ferias repetidas: daba igual estar en un sitio que en otro. Comenzaron a salir toros ejem, qué toros. Se desencadenaron los indultos y, para colmo, se suceden las bajas. Unas desgraciadas e inevitables en esta profesión de valientes, otras dudosas. Pinchacito a pinchacito, y aguántate que esto no duele. Pero duele, y verás los números.

Pongamos delante una feria bien presentada, que se encontraba en declive: Valladolid de la mano de Tauroemoción. Carteles abiertos (figuras y no figuras) y tres carteles consecutivos de postín (el de las figuras con Victorinos, el cartel del arte sevillano y el apoteósico del domingo). Quitando la tarde de Victorino (con la ausencia repentina de Roca Rey), las entradas han sido pobres. Juan Ortega realiza dos de las faenas del año ante media entrada de público. A mí que me lo expliquen. ¿Dónde está el buen aficionado? Quizá aburrido en casa por muchas razones.

La feria de Salamanca, antaño de las más importantes, lleva el mismo camino de las medias entradas. Allí la empresa no es nueva. Y como en el caso de Valladolid, la ausencia de Morante en un ay. No es baladí la cosa. Morante se convirtió en los dos ferias anteriores en ídolo de la afición charra. Sé de mucha gente de Sevilla, de Madrid y de otras partes que tenían ya preparados coche, hotel, fin de semana en Salamanca… Y que han suspendido todo. Y el aficionado, que es pasional para lo bueno y lo malo, entiende las convalecencias por cornada y baja prolongada como la de Daniel Luque. Faltaría más. Pero duda de estas bajas intermitentes: ahora sí, ahora no, ahora voy, ahora me infiltro, ahora le doy un pinchacito al aficionado… Y a la economía del toro.

Los pinchacitos externos cada vez me duelen menos: me río yo de los antitaurinos. Cuarenta en manifestaciones y los mismos quince insultando en las redes sociales. Duelen más ciertos comportamientos de los profesionales: de empresarios sin imaginación (no todos, por suerte), de tejemanejes de empresas y de apoderados, de ganaderos en liquidación de saldos, de plazas sin cuidar, de precios… Mañana media entrada. Si hay suerte. Y tres cuartos escasos si van Roca o Morante. Se rumorea incluso que vuelve Ponce… Me pinchan y no sangro.

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