Por: David Ferrer
En un año incierto de regreso en el que Manuel Jesús El Cid apenas se ha prodigado en las plazas (una meritoria comparecencia en su Sevilla no sirvió para gran cosa en los despachos), tuvo que ser en la localidad segoviana de El Espinar donde ha pedido mando y sitio, un puesto en las grandes ferias y la constatación de que sus pases de pecho y su mano izquierda siguen en su esplendor. Como el héroe épico, tirando de tópicos, El Cid vuelve a Castilla para reclamar justicia. La corrida de El Espinar tenÃa su aliciente al confrontar en un mal llamado “desafÃo ganadero†dos hierros de casta como son los cárdenos de Adolfo MartÃn y los salmantinos de Pedraza de Yentes. A la comparecencia de El Cid, se sumaba Manuel Escribano, en esta su gran temporada, y Antonio Ferrera, quien no cuenta tampoco con el fervor de los grandes despachos. Y aunque apenas se superó la media plaza, se vio a mucho aficionado de Madrid, incluyendo algunos rostros conocidos del Tendido 7, para ver a tres diestros de consolidado prestigio con estas dos ganaderÃas.
No puede hablarse de un hierro ganador. Quizá los Adolfos ganaron en recorrido a excepción del sexto, muy mermado fÃsicamente tras un largo y vistoso tercio de banderillas de Manuel Escribano, que a punto estuvo de terminar en tragedia. Esta porfÃa quizá acabó con las fuerzas de un animal de aparatosos pitones que prometÃa mucho más. En el tercero de la tarde, de Pedraza de Yeltes, poco pudo hacer Escribano aunque demostró su capacidad en banderillas. Dos ovaciones para el torero de Gerena,
Otro desterrado, Antonio Ferrera, anda algo regañado con los despachos, consigo mismo, con los capotes de colores y con parte del público. Ferrera es un soldado de mil batallas pero a los genios a veces no se los entiende y su temporada está siendo una montaña rusa de triunfos en plazas secundarias y silencios en las principales. Sin embargo, toreó de una forma cabal, precisa y alejada de estridencias al primero de la tarde, un Adolfo noble que fue aplaudido tanto de salida como en el arrastre. Muy buena serie con la mano izquierda y otra, excelente, con la derecha tirando la ayuda. La estocada algo caÃda le pesó al presidente que obvió la mayoritaria petición de oreja. Cuánto habrÃa cambiado el sino de la tarde y del guerrero su concesión. Y es que los héroes de los cantares épicos se descolocan a la mÃnima. A veces es un viento, a veces una palabra, a veces una nota desafinada. Tardó Ferrera en centrarse en el cuarto, de Pedraza, y ante algunos gritos algo intempestivos y desaforados de algún aficionado, se encaró como a veces solÃa hacer el bueno de José Miguel Arroyo Joselito. No gustó esta bravata a parte del público y se vio a Ferrera algo desmadejado, intentando hacer mientras se guardaba la rabia. La estocada caÃda tampoco ayudó en exceso.
Pero el Cid era el de los cantares épicos, el que volvÃa del destierro a reivindicar en Castilla su condición de héroe. Y a fe que lo necesita si quiere permanecer en la próxima temporada, porque esta se encuentra ya casi acabada en cuestión de contratos. ParecÃa algo justo de fuerza el Pedraza, segundo de su lote, pero Manuel encontró su punto justo con algunas tandas bellÃsimas y algunos pases de pecho de los de siempre, de los que se recuerdan. Una media estocada y cuatro imposibles descabellos amargaron la faena. La suerte del héroe tendrÃa que salir de cara en el quinto, un precioso Adolfo con el que se entendió a la perfección: hubo naturales largos y bellÃsimos que compensaron las anteriores amarguras de la tarde y de una temporada en el dique seco y a la espera. La media estocada algo perpendicular hizo rápido efecto y cayeron las dos orejas. El Cid vuelve del destierro.
¿Los desafÃos ganaderos? Bueno, son experimentos. Sirven quizá para que los ganaderos presenten lo mejor que tienen y, en efecto, en El Espinar la presentación ha sido superior a la de una plaza de tercera. Y por encima de todo, se ha visto a tres toreros a los que los despachos ningunean, y a un Cid solvente y despacioso que apetece ver en otras muchas plazas.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de El Espinar, algo más de media entrada en tarde sin viento.
Tres toros de Adolfo MartÃn, nobles y bien presentados, y tres desiguales de Pedraza de Yeltes, también de buena presentación.
Antonio Ferrera, ovación tras petición y silencio.
Manuel Jesús el Cid, ovación y dos orejas.
Manuel Escribano, ovación y ovación.
David Ferrer