Por David Ferrer
A veces los toreros tienen al público en contra, a veces a los presidentes, a veces al viento. Pero tener al cemento, al vacÃo desolador, a las gradas desiertas como enemigo debe de ser como tomar valeriana para levantar el ánimo. La plaza de toros de Ãvila, con casi 8000 localidades, es de las más duras en la atracción de los públicos y necesita una mejor gestión, mejores incentivos. La tarde de hoy se pronosticaba ya por la elección de fecha, por el cartel y por tantas cosas un triunfo del cemento, como asà ha sido.
La terna, no obstante, hizo lo que mejor pudo, intentado agradar de cualquier modo al escaso público de sombra. Antonio Ferrera, en esta temporada suya tan a contracorriente, estuvo voluntarioso y cortó una oreja dentro del lote más deslucido. El Fandi ni pudo conectar con su público de sol porque este era inexistente y aún asà cortó una oreja en dos faenas de destoreo, guiños al público y algún revolcón que afortunadamente quedó en nada. Su primer toro de Ave MarÃa, repetidor, humillador y noble, querÃa más y mejor muleta. Puerta grande generosa. El tercer toro de la tarde fue codicioso y un entregado Esau Fernández le robó el toreo más caro de la tarde en tres tandas de entrega y largura. El triunfo quedó en nada por un manejo horrible de la espada, como en el sexto.
Esau Fernández se marchó cabizbajo lamentando lo que podrÃa haber sido un gran triunfo; David Fandila salió a hombros sin apreturas, no es que hubiera masas en la puerta grande y Ferrera emprendió el camino de vuelta hacia la puerta de cuadrillas entre unos tendidos que ni aplaudÃan ni gritaban. Lógico: eran un páramo, un triunfo del cemento. Que alguien lo arregle.
Plaza de toros de Ãvila. Menos de un cuarto de entrada. Toros de Ave MarÃa, bien presentados, de juego desigual, para Antonio Ferrera, oreja y palmas; Fandi, oreja y oreja y Esau Fernández, ovación y ovación.
David Ferrer