El regreso de Emilio de Justo a la capital venteña se saldó con puerta grande. Una vuelta que recalcó las virtudes de un torero que dejó pendiente una importante cuenta con el público de Madrid en aquella encerrona contra el destino.
Por ambas manos, con el desmayo de quién se sabe poderoso, Emilio de Justo toreó a placer en Las Ventas. Faena grande, de arrebato, de poner la plaza bocabajo. Se saldó una cuenta pendiente con el destino, con la historia que el toro quiso que saliese cruz en aquella tarde en solitario del Domingo de Resurrección.
Mandó con la diestra, poderoso. Con la izquierda se gustó con la sabidurÃa de quién ha madurado en el tiempo su tauromaquia. Volvió Emilio a Madrid y con él la grandeza de su tauromaquia.
La estocada reconoció la bravura de un importante animal de Garcigrande que fue premiado, quizás, con una excesiva vuelta al ruedo. Gran faena del extremeño para el que aún restan varios compromisos en la capital mundial del toreo.