Morante de la Puebla desató el delirio en La Maestranza. Sevilla enloqueció con su muleta, transformando el coso del Baratillo en un manicomio en el que resonaban los olés de una faena histórica.
Su segunda puerta del PrÃncipe colapso la ciudad. La policÃa tuvo que cortar el tráfico en varias calles para que la comitiva que acompañaba al torero pudiese avanzar. En hombros, como en las tardes de gloria e historia, desde la Puerta del PrÃncipe hasta la del hotel, el héroe paseó aclamado.