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«Su legado deja patente que el León de Orduña nunca se dio por vencido»

escrito por Álvaro Solano 16/01/2023

El nacimiento de este nuevo día 17 viene acompañado de un carácter melancólico, casi bucólico. Este maldito número recuerda que el paso del tiempo permanece imperturbable, que el mundo no para aunque uno quiera. Echando la vista atrás, ya son cinco años y siete meses desde que la vida de Iván Fandiño se truncase para siempre en aquella fatídica tarde en Francia.

Se hace difícil describir los sentimientos que abordan cada mes que se cumple este difícil día. Unas veces caen las lágrimas sobre las mejillas al despertar, otros se recuerdan tiempos pasados como sí siempre fuesen mejores mientras que, en otras tantas ocasiones, toca sacudirse los recuerdos y afrontar el toro de la vida. Difícil pero cierto, la vida sigue y nosotros con ella.

Difícil también se hace olvidar el temperamento de un torero forjado a base de tesón, de la antigua escuela vasca. Anárquico por convicción y de corazón noble, luchó por cambiar las reglas de un sistema que continúa supurando por su podredumbre interior. Fandiño supo sobreponerse a la zancadillas y codazos, ganándose por méritos propios todas las cotas que alcanzó en su carrera. Dio igual lo bajo que cayera o lo duro que fuese levantarse, su legado deja patente que el León de Orduña nunca se dio por vencido.

Junto a Néstor, escribió uno de los capítulos más bellos de la historia de la tauromaquia. Unas páginas que siempre mostraron que el apoderado siempre fue más que eso, fue su amigo, su hermano, su alma gemela. Junto a él, un puñado de nombres que siempre tendrán un cachito de su corazón mirando al cielo porque el paso de Iván Fandiño les dejó huella.

Algo parecido sucede en la afición taurina, para la que la trayectoria del torero vasco no pasó inadvertida. Cada 17 de junio las redes se inundan de imágenes y palabras de cariño para un torero que cuajó en el alma de los aficionados. Su muerte, la de una parte de todos, terminó por engrandecer su leyenda y le elevó a los altares como sí su carrera se tratase de una epopeya griega en la que Fandiño era el héroe inmortal. Así ha sido, su muerte no ha sido el final. Hoy ya es libre porque sólo muere aquel que cae en el olvido.

Estas líneas van en el recuerdo de todos aquellos que siguen mirando al cielo en busca de respuestas: Néstor, Edu, Sara y tantos más que con añoranza evocan el recuerdo de quién marcó sus vidas para siempre. Su camino se separó, pero las huellas que os dejó, serán para siempre marcas en vuestro corazón. El destino quiso que tuvierais el privilegio de poder tratar al último héroe de la fiesta del toro: Iván Fandiño.

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