Curro Durán ha sufrido en sus propias carnes el abandono de los empresarios tras triunfar en una plaza de gran importancia en el panorama nacional. El joven espada ha entrado en la lista de los sucesos paranormales de aquellos espadas que no ven recompensa a sus triunfos.
La tarde del 30 de junio se presentaba en Sevilla después de un largo bagaje por el desierto, entre percances, lesiones y pandemias… una tarde para dar la vuelta a una carrera o para echar por tierra todos los sueños de la niñez. El saldo de la tarde fue una oreja de gran peso en La Maestranza, recuperando el espada la ilusión por hacer lo que más le gusta, torear.
Sin embargo, desde aquella oreja ganada a pulso, el teléfono no ha sonado ni una sola vez en toda la temporada. Con el telón a punto de caer a plomo sobre el escenario de la temporada, el chispeante sigue cogiendo polvo en el armario de Curro Durán, de una manera incomprensible.
Hay que replantearse muchas cosas en el sector, pero sobre todo la de recompensar a aquellos toreros que presentan credenciales en las plazas que más pesan, las que dan miedo. Ojalá, la próxima temporada recompense el esfuerzo del joven torero y el sistema le deje salir de un ostracismo impuesto de manera ininteligible.