Hoy se cumplen 38 años de la fatÃdica tarde en la que un toro de la ganaderÃa de Sayalero y Bandrés, de nombre Avispero, herrado con el número 9 y de 420 kilos, mataba a Francisco Rivera «Paquirri». Todo sucedÃa entorno a las 19:20, cuando el animal corneaba al matador a la altura del tercio superior de la pierna derecha del torero, perforando la arteria femoral y las venas ilÃaca y safena.
38 años después, el mundo del toro sigue llorando la muerte de un torero que se curtió como torero hasta morir como figura de manera prematura. Aún resuenan en la enfermerÃa de la plaza de toros de Pozoblanco, aquellas palabras en la que el propio matador explicaba la herida al cirujano mientras le pedÃa tranquilidad: «Doctor, yo quiero hablar con usted o no me voy a quedar tranquilo. La cornada es fuerte. Tiene al menos dos trayectorias, una para acá y otra para allá. Abra todo lo que tenga que abrir, lo demás está en sus manos. Y tranquilo, doctor«.
La muerte de Paquirri conmocionó al paÃs, su estilo personal como torero marcó a una generación que hizo del torero una figura de época. Su fatÃdica muerte, provocó una profunda reflexión sobre el estado de las enfermerÃas y la precariedad de material e higiene que imperaba en ellas. Su muerte, qué pudo ser evitada, obligó a una profunda reforma del sector que tuvo en consideración la importancia de tener el material médico necesario y a un equipo médico a la altura de las circunstancias.
Las palabras de Paquirri, han resonada y continuarán resonando como una parte vital, trágica e imperecedera de la historia de la tauromaquia. Eterno Paquirri.