Qué equivocados estábamos muchos en la lucha de Morante de la Puebla. Mientras que por segundo año consecutivo se posiciona como triunfador de la temporada, la verdad del toreo del genio de La Puebla es otra y ayer en Sevilla se pudo ver.
Morante no rivaliza con la tauromaquia actual. Su toreo rivaliza con la historia propia de la tauromaquia. La temporada de Morante no busca ser el número uno del hoy, busca ser el primero en la historia de la tauromaquia. Sevilla fue testigo ayer de una obra cúlmen. La capital hispalense presenció la obra del año, de la década, uno de los grandes conjuntos de la historia de la tauromaquia.
Los olés de La Maestranza debieron escucharse a kilómetros de la plaza. El embrujo de Morante hizo crujir hasta los cimientos de una de las plazas de mayor solera del mundo. Su toreo añejo, recuperando viejas suertes y con el estilo exquisito y fino de Morante, fueron poesÃa pura. Su toreo fue para entrar en los libros de historia, para enseñar en las escuelas de arte o para relatar como las antiguas epopeyas mediante la tradición oral. Una obra sublime.
El conjunto de Morante hace que tengamos que agradecer haber coincidido en vida con una figura histórica de la tauromaquia. Se hace muy difÃcil exponer en palabras una obra del tal volúmen. Impresionante. Gracias Morante. Por favor, no rompas el embrujo, déjanos vivir aún en los olés de una plaza loca.