Por Noelia Crespo
En la “ventana†de esta semana comentaremos el segundo fin de semana de feria en Salamanca. Comenzó con la esperadÃsima corrida de Paco Galache, quién regresaba a La Glorieta tras el magnÃfico encierro lidiado hace tan solo un año en su regreso a su plaza. Morante, gracias a quien se incluyó en el 2021, repitió con los vega – villar para firmar una de las obras del serial. Pocos confiaban en el de Galache hasta que Morante decidió apostar por él. Dándole sus tiempos y terrenos, hizo al toro poco a poco a base de compromiso, temple y colocación. Su obra arrebatada con pasajes al ralentà desató al publico presente. Cortó una oreja de mucho peso y máximo reconocimiento. La madurez de López Chaves se topó con uno de los toros con muchas papeletas para llevarse el “Toro de Oroâ€. Por hechuras, “Chillón – 23†era un toro perfecto, enamoraba nada más verlo. Y no falló, la bravura, humillación, recorrido, fijeza, repetición, prontitud, ritmo y clase fueron las infinitas cualidades de un toro de bandera al que no terminó de cuajar el salmantino. Estuvo digno ante un toro que hubiera sobrepasado a la mayorÃa del escalafón. Las dos orejas fueron discutidas, la vuelta al ruedo incontestable.
Probablemente el del sábado fue el cartel más cuestionado de todo el ciclo por una combinación sin coherencia para Salamanca. A pesar de todo, la tarde que brindaron los astados de El Puerto y La Ventana fue de notable alto. Perera estuvo dispuesto, aunque no terminó de romper su tarde y Leo Valadez descerrajó la puerta grande tras dos faenas faltas de rotundidad, pero llenas de voluntad y entrega. Hizo de todo y no se dejó nada en su presentación como matador en la capital charra, que se lo supo reconocer con una oreja en cada toro para otorgarle una puerta grande que no olvidará. El toreo, por su parte lo puso Paco Ureña, quien emocionó con su pureza al natural ante la bravura y calidad de «Inspector – 37» de la Ventana lidiado en quinto lugar. El lorquino hilvanó una emocionante faena por ambos pitones deslucida en ocasiones por algunos enganchones. Al natural firmó los muletazos más puros y encajados, dándole el pecho y corriendo la mano para enroscarse la embestida. Roto, se entregó con verdad a Salamanca.
Las corridas de a pie se cerraron el domingo de manera exitosa. El éxtasis y delirio se adueñó de La Glorieta al llegar las figuras y el cartel de la feria. HacÃa once años que no se colgaba el “no hay billetes†en el coso charro y el ambiente no podÃa ser de mayor expectación. Alejandro Talavante regresó por la puerta grande, vino con la actitud y ganas de quien anda en el camino de retomar su mejor versión. Lo demostró y cuajó una faena al natural de importancia y temple y, aunque faltó ajuste, se entregó a La Glorieta y ella a él. Andrés Roca Rey llegó acaparando todas las miradas por su arrolladora temporada. Su tarde, ante dos toros de pocas opciones, fue una muestra de la confianza y seguridad que tiene en sà mismo. Alardeó de un valor inigualable, se dejó llegar los pitones a la taleguilla y dejó algún muletazo de mayor mérito. CapÃtulo aparte merece la tarde de Morante de la Puebla. Del amor al odio, y viceversa, hay tan solo un paso. Algo que quedó más que demostrado con el cigarrero. De la bronca monumental en su primero se pasó a la efervescencia con el toreo emocionante en su segundo. Hizo al presidente devolverle el toro por problemas de visión, para lidiar un sobrero de reata importante con el que firmó la que probablemente sea la faena de la feria. Con la muleta alcanzó cotas que emocionaron al tendido en una faena inspirada y arrebatada, llena de torerÃa, detalles y gusto por ambos pitones. Las dos orejas fueron algo que a muchos ya le dio igual desde lo que se habÃa vivido en el ruedo. Genio, maestro y figura.