El Niño de la Capea regresaba a los ruedos para conmemorar sus 50 años como matador de toros. Regresó tal y como de fue, como figura histórica en tarde apoteósica en la que cortó tres orejas y un rabo.
Guijuelo fue testigo del toreo eterno del espada. Tarde de gallardÃa, toreo hondo, sabor añejo… Plenitud de un torero que no acusó sus 69 años y que regaló una última e histórica tarde en un festejo singular en la que el torero compartió cartel con su hijo y su yerno.
Tras acabar el festejo, sus nietos le cortaron la coleta y fue sacado en primera instancia por su hijo a hombros, en unos momentos de gran emotividad. Â