Las lágrimas de El Juli fueron las de Madrid. Julián se reencontró en plenitud con el público de Madrid en una tarde para la historia en la que lo de menos fueron los trofeos. El madrileño perdió las orejas por el mal uso de los aceros, pero la vuelta al ruedo con los tendidos puestos en pie, fue la estampa y el reflejo del reconocimiento de la afición a un torero entregado.Â
Sus lágrimas fueron las del reencuentro con Madrid tras muchas temporadas de desencuentros y es que, nadie dijo que ser profeta en tu tierra fuese sencillo. Julián lloró como aquel novillero que supo que se convertirÃa en una figura de época. Ayer El Juli, rompió Madrid y desgarró las gargantas de miles de aficionados que cantaban descosidos los olés de una faena que se tardará mucho en olvidar.Â
Con el rostro compungido se guardó Julián en el callejón antes de romperse como un chiquillo. Un hombre que lleva en figura más de veinte años, con la vida resuelta, sin ningún problema se rompió en esa plaza que es la musa de los sueños de cualquier torero. Julián tocó con los dedos la gloria de Madrid sin salir a hombros, pero enamorando los tendidos. Rotundo, sin protestas, un triunfo de los de Madrid, de aficionados. Gracias Julián por no perder la ilusión y por una tarde que es y será para la historia.Â