Sebastián Ritter fue uno de los protagonistas del último programa de El Toril, de OndaMadrid, capitaneado por Mardomingo. Durante su paso por la emisora, lo que parecÃa ser en un principio una entrevista, se convirtió pronto en un alegato del torero que ha calado hondo en aquellos que le escucharon.Â
Unas palabras que retransmitimos por escrito y que puedes escuchar haciendo click en El Toril
“Una vez se pasa ya el momento del percance y se ve que el compañero está bien, recuperado, hay dar paso a torear. Después de que la integridad de un hombre está a salvo, los toreros tenemos que competir, porque esto es una competencia, pero como digo, lo más importante es que mi compañero está bien. Una vez se ha pasado el trance y se ha obrado el milagro, hay que hablar de lo que ha pasado en la plaza. En este sentido, me siento un poco mal, un poco cabreado porque ya me ha pasado alguna vez, que veo que el toreo va hacia unos derroteros que no sé… Como bien sabéis soy hijo de matador de toros y siempre mi padre me exigió integridad en la cara del toro; cosa que ayer tuvo David que sin mirarse, volvió a la cara y a acabar su faenaÂ
El toro es un reflejo de la sociedad y el ésta, está como está, totalmente de cristal, dónde se magnifique todo. – Has sentido que tú faena ha quedado eclipsada… – No, no. Ya no te hablo solo de mÃ. Te hablo del propio David, que nadie hace mención a su primero de José Escolar, con el que también estuvo sensacional y parece que no ha pasado nada. Ahora muchas veces parece que te pega el meneo el toro, te vuelves a poner y ya está, todo hecho. Todos nos jugamos la vida cada tarde y el sábado, que casi pierdo un compañero… estas cosas me generan…
Ahora parece que los toreros no podemos hablar, que tenemos que quedar bien siempre. Esta Copa Chenel, te despierta el sentido de competición, y ahora ¿Quién va a pasar a la semifinal? Y esto es de lo que se tendrÃa que estar hablando, que un hombre se ha repuesto de su voltereta y que gracias a Dios, ha ido para adelante. A partir de ahÃ… que no se hable del morbo de una voltereta, si no de lo que ha hecho ese hombre toreandoâ€.Â