Una vez más aquellos hombres que tan inadvertidos pasan, que no buscan la gloria ni el reconocimiento, volvieron a demostrar porque son tan queridos por los toreros y por la afición. Los hombres de plata, los subalternos, evitaron una posible tragedia en Las Ventas.
Todo ocurrió cuando el novillo empaló y propinó una fuerte paliza a Pablo Aguado. El primero en llegar a auxiliar al sevillano fue Rafael González, su peón de confianza, que se encontró con un novillero inerte, boca bajo y con los brazos en cruz. Lo primero que hizo fue darle la vuelta y abrirle la mandÃbula para sujetar la lengua ante los notables signos de asfixia que presentaba el joven novillero. Una vez evitado el riesgo de asfixia fue trasladado a la enfermerÃa por las cuadrillas mientras que, Juan Cubero, le seguÃa sujetando la lengua para evitar un nuevo susto. Hubo que esperar a la entrada en la enfermerÃa para que el sevillano recuperase la consciencia y la respiración.
En palabras del D. Máximo GarcÃa Padrós, la actuación de las cuadrillas fue digna de ángeles de la guarda: «Lo trajeron perfectamente, como si hubieran recibido un cursillo, fue fundamental la intervención de todos. Al llegar se le hicieron los habituales controles de pupilas y se le monitorizó para ver sus constantes, que fueron normales»
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Tras descartar lesiones de gravedad, el novillero tomará el AVE de vuelta a Sevilla esta tarde tras recibir el alta médico.
Imagen: El Mundo / EFE / Fernando Villar