La fiebre del serrucho está al alza en la nueva normalidad de la tauromaquia. El trapÃo y la integridad de los animales que están actuando en los diferentes festejos, están dejando una imagen bastante pobre sobre la verdad de la fiesta, el toro.
Venimos abordando, desde hace ya largos años, una deriva en lo referente a la integridad y al valor de los pitones de los animales. PodrÃa decirse que estamos tocando fondo, que estamos en el año en el que menos se está haciendo por mantener la magnanimidad del toro, por sacar al ruedo un animal que impresione, que produzca esa sensación que mezcla el respeto y el miedo.
Pero claro, tampoco podemos hacer sangre, en esta temporada me refiero, sobre este aspecto; sobre todo en los festejos que están componiendo la ya famosa «Gira de Reconstrucción». Cabe la pena recordar que los espadas están actuando de manera altruista, sin cobrar, defendiendo la posición de la tauromaquia y generando una serie de festejos que de otra forma no habrÃan salido adelante. De esta manera, tampoco serÃa justo que se jugaran la vida a destajo, con una integridad no acorde y con una relevancia bastante mÃnima. Tenemos que abordar esta situación como un trance, en el que también se debe cuidar la figura del toro, pero sin excesos.
El problema es, como hablábamos unos párrafos arriba, que esta dinámica viene de lejos y que, salvando esta temporada, debe acabar. Cada toro debe estar para la categorÃa de la plaza exclusivamente, no para la posición del matador. La tauromaquia está en el momento idóneo de pararse, de reunirse y volver a la senda que poco a poco se está abandonando. Hay que abogar por la verdad de la fiesta, porque en ella reside la liturgia de la fiesta brava. Es lo que la hace única y lo que ha generado respeto y admiración desde tiempos inmemoriales.
Este debe ser el tiempo de la unión: Los aficionados exigentes y de palmas, deben arrimar el hombro con los toreros y ganaderos que están apostando por la fiesta y apoyar, no criticar. Ahora bien, el estamento profesional, debe apoyarse en el aficionado, debe tratarle con respeto y no reÃrse con precios lujosos y espectáculos bochornosos. Se debe dialogar y escuchar: Ambas partes.
Tenemos por delante un ilusionante camino sà vamos juntos de la mano, sà cada estamento de la fiesta, incluyo a los aficionados, ponemos de nuestra parte. La fiesta volverá a ser fiesta sà nos unimos… sino, las ramas secas irán cayendo poco a poco hasta dejar un tronco seco que no interesa la fiesta.