«Ahà va un torero» decÃan del matador de toros Juan Ortega, mientras andaba hacia la plaza de toros de Málaga. Un camino que recorrió como homenaje a Pablo Picasso, en el 50 aniversario de su muerte, como previo a la corrida Picassiana en La Malagueta.
El sevillano tiene ese aura de torero antiguo, de sabor añejo dentro y fuera de la plaza. Su paseo, más allá del homenaje al pintor, devolvió una estampa antes habitual entre los matadores de toros. Acercó la tauromaquia a la ciudad, dejándose ver a pie como uno más; dando visibilidad a la profesión y naturalizando el contraste entre tauromaquia y sociedad.Â
Después en la plaza mostró su versión más pura, destilando las embestidas del animal con los pases de la sevillanÃa más ornamentada. La Malagueta fue testigo de una obra dulce del matador de toros Juan Ortega, maridada en la soledad del Guadalquivir y de la que tan sólo queda la estampa de las imágenes y el recuerdo.Â
La feria de Abril de Sevilla, espera con fuerza a este torero. Un matador de toros que puede poner de vuelta y media la plaza con dos muletazos, con un trazo del capote.Â