El gesto de José MarÃa Manzanares antes de pasaportar al último animal de su San Isidro particular, lo decÃa todo. Cariacontecido cambió los aceros y se dirigió a dar muerte al último toro de su feria, el cuarto sin opciones para el alicantino.Â
No ha sido la feria de San Isidro de José MarÃa Manzanares. Tres silencios y un discreto saludo emborronan su veinte aniversario como matador de toros en Madrid. La feria, que prometÃa devolver al aficionado el torero de las orejas de «Dalia», se ha quedado finalmente en agua de borrajas. Inédito.
Tan sólo su espada, tan poderosa como siempre, dio muestras de la capacidad del torero. La muleta, fue otro cantar y es que sin toro, cae la fiesta. PodrÃa ser el momento, quién sabe, de apostar por nuevas ganaderÃas diferentes a las habituales que dieran nuevas emociones a los tendidos. Veinte años de equidad en los carteles, y más cuando no pasa nada, terminan cansando.
La figura de José MarÃa Manzanares es incuestionable. Tantos años en la picota de la tauromaquia dan el reconocimiento a su tauromaquia y Madrid seguirá esperando la faena perdida. El reencuentro de estos exigentes tendidos con la mejor versión del torero.