Hay una imagen que ha empañado la gran tarde de toros que se vivió el pasado miércoles en Madrid, con motivo del dÃa de la Hispanidad. Una imagen que todos sabÃamos que antes o después llegarÃa, pero que parecÃa que el tiempo podrÃa hacer esperar más.
Cuando los toreros ya se encontraban en el hotel, cuando los últimos corrillos ponÃan rumbo a sus casas para descansar de una intensa temporada, las terrazas de la plaza seguÃan a pleno rendimiento, incluso llegando a los momentos más álgidos. Pues bien, en esta situación un grupo de borregos despeñaron por las escaleras del coso un cubo de basura, esparciendo la basura a lo largo de varios metros en una imagen dantesca.
Sà nos ponemos puristas, estarÃamos hablando de una profanación del templo de la tauromaquia. Sin embargo, en esas horas ¿continúa siendo el templo o se transforma en la discoteca de Las Ventas?
La apuesta de la empresa y la Comunidad tiene un fin muy bueno: atraer a los jóvenes a la tauromaquia. Sin embargo, los excesos están dando lugar al despropósito. El mundo del toro ofrece a la sociedad una verdad distinta a la que nos ofrece nuestro tiempo; por tanto, porqué no aprovechamos para ofrecer a las nuevas generaciones ese algo distinto que vienen a buscar a la plaza.
La iniciativa de las terrazas de Las Ventas es buena en sà misma. El enfoque que se le ha dado, en nuestra opinión, no es el más correcto. PodrÃa hacerse una apuesta para la próxima temporada para rebajar el tono, creando un lugar de encuentro de jóvenes aficionados, con música, sÃ, pero bajita, que se pueda hablar y comentar. Crear afición y no acercar público deberÃa ser el fin de las terrazas.